Plantrópolis

Cuando pienso en Plantrópolis inmediatamente recuerdo el cuento de Rachilde donde la vegetación animada y alocada invade una ciudad en ruinas devorando todo; o en Annihilation, donde algunas mujeres de la expedición se fusionan con las flores; o incluso en esas plantas irreverentes que crecen en cualquier hoyito de tierra donde puedan posarse cuando caminamos por la ciudad. Los nopales en los techos de los edificios por ejemplo. La relación de las plantas y la ciudad es continua, incluso si lo pensamos como proyecto de estado. La idea de reducir el impacto negativo producido por los humanos hacia el medio ambiente: cuánto espacio verde existe en relación a la cantidad de población, cuántos jardines horizontales se pueden construir, los canteros en las avenidas, los árboles, los parques o incluso el proyecto presentado para hacer de París la única ciudad completamente verde en 2050. 

En este caso las plantas están ordenadas, contenidas en sus macetas, en sus pedestales. Forman un paisaje general a la vez que establecen un diálogo personal con lo vegetal, con la fuerza de lo inmóvil, con sus nombres, su productividad o su historia. Cada unx de lxs artistas que participan de Plantrópolis, relaciona lo orgánico y lo anorgánico en una misma pieza. Podríamos pensar que todo habita en un mismo continuum, planta, cemento, alambre, tierra, barro. Una fina capa de carbono cubre la superficie terrestre, de la misma manera conviven las plantas y las ciudades. ¿Por qué elegimos hacer de las plantas un jardín?. Hace poco mi amigo Octavio me contó que su tía había comprado una casa para tener un jardín y le pidió que trabajara con él. Tener una planta propia es como tener tu habitación propia. Un espacio personal con lo que establecer un refugio y un diálogo. Las plantas no se mueven por definición, pero si se comunican y se extienden minuciosamente.

Milagros Rojas