La siesta de los grandes temas, Andrés Pereira Paz

23 de septiembre - 4 de noviembre

La siesta de los grandes temas

En un ambiente oscuro, un grupo de anfibios -conforme a su naturaleza- no cesan de transformarse. Una rana puede ser vista, también, como una paleta con pintura – otro agente que sirve para la transformación y el cambio. Además, dos anfibios que se encuentran frente a frente dan pie a un extraño semblante; mientras que un par sobre otro erigen un tipo de estela o tótem. Así se desenvuelven las imágenes durante La siesta de los grandes temas de Andrés Pereira Paz: son una serie de obras que apelan más a ese tipo de asociaciones y formas involuntarias de conocimiento.

Ciertos objetos, materiales o elementos son recurrentes en las piezas, creando un conjunto de imágenes que se vinculan dentro de una red de ideas. La concha de un erizo marino, por ejemplo, pertenece a un conjunto de seres que viven en los océanos -junto a los caracoles y las estrellas- y que fuera de ese ecosistema pueden operar simbólicamente, asociándose con la nostalgia y la melancolía. Este objeto natural en La siesta de los grandes temas opera también como un elemento plástico dentro de una paleta, se relaciona con la representación de una especie de torbellino y da forma a la cabeza de un personaje de aspecto meditativo que descansa sobre un perchero – otra imagen de la conciencia disciplinada en estado de reposo. 

El trabajo y la investigación sobre diversos textiles han sido preocupaciones centrales en la producción de Andrés Pereira Paz. Este proyecto no es la excepción y contempla el empleo y aplicaciones de materiales como el yute o el algodón. No obstante, el terciopelo es preponderante: un material con una compleja historia desde el siglo XIV hasta el presente, que en distintos momentos ha conllevado apreciaciones vinculadas al lujo, al mal gusto, a la sensualidad o el confort. Más aún, La siesta de los grandes temas reconoce una particular historia de este textil con ciertas prácticas pictóricas, principalmente, durante la segunda mitad del siglo XX: La pintura sobre terciopelo como una práctica fuera de los márgenes tradicionales e instituciones de la disciplina, con sus propios circuitos de circulación.