hidrodistopías o un mapa líquido en el futuro-presente

Una vez fuera del útero, olvidamos el recuerdo de cuando fuimos agua. El lenguaje común se disipa pero no desaparece, se queda en las yemas de los dedos. Hipocampo fraccionado en diez dedos, como los tentáculos del pulpo, para recordar el lenguaje líquido.

Valeria Michelle busca volver al conocimiento de la piel acuosa, a los cuerpos hídricos que en medio del desgaste son capaces de hablar aún. Los que convocan a las memorias colectivas para pensarse en el movimiento de los seres que le habitan, los que conservan el lenguaje que gotea

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y PLOT, se estampa.

La espuma blanca del Río Santiago, recuerda la figura andina de la peste, la traída en la colonia, la llegada con el arrebato, en las carabelas, el ser desconocido capaz de acabarlo todo pero que acompaña la misma realidad y el mismo tiempo que nosotrxs que le habitamos. Un ser contemporáneo que vive, que alimentamos pero que debemos cuidar para no dejar que nos consuma.

La captura del río en tubos de ensayo es una pausa del flujo enfermo, el detenimiento necesario para una conversación uno a uno de la condición actual del cuerpo de agua. No un señalamiento ni un reclamo, solamente escucha.

Valeria toma de esos chorros de agua estáticos muestras que lleva hasta el microscopio, como prótesis del ojo, más callada, más atenta. No para explicarse, sino para notar. No para acabar la peste, sino para poner la escucha en otro sitio, para escuchar el cuento del agua que corrió, para imaginar que seguirá corriendo.

Mayra Vineya