El proyecto está compuesto en su mayoría por ensamblajes conformados por frutas, verduras y semillas que presentan espinas, apéndices y protuberancias en contraste con materiales de carácter industrial, como cables, metal, látex, pasta automotriz y silicón.
En El Fruto del Borde, las obras habitan un imaginario situado entre el placer y el dolor. El carácter de los materiales industriales, que comparten materialidad con los juguetes sexuales, fue el punto de partida para la conceptualización de estos productos artísticos. Por otro lado, en relación a las espinas y las protuberancias, sirven como representación de castigo. Culturalmente, las espinas son símbolo de penitencia; un ejemplo de esto es la corona de espinas de Cristo.

Para la creación de la escultura que titula la exhibición, se colocaron frutos dentro de un saco de látex del cual se extrajo el aire, creando un único volumen sinuoso que comunicaba la sensación de un solo fruto mutante. Esto es similar a la práctica sexual fetichista de “Encierro total” (Total enclosure), en la cual las personas disfrutan de ser inmovilizadas dentro de trajes de látex, en ocasiones utilizando aspiradoras para extraer el aire de los trajes y constreñir el cuerpo en esta segunda piel.

Al artista le gusta incorporar inspiración y referencias de los productos culturales que consume cotidianamente. Aunque no es músico, encuentra en la experiencia auditiva una gran satisfacción e inspiración. Imaginar la conceptualización de un álbum o una lista de canciones es una fantasía constante que atraviesa su mente. En estos trabajos, se atreve a perseguir una visualidad inspirada por la estética que acompaña la música que consume en la actualidad.

“Biology is superficial
Intelligence is artificial”

(Grimes, “We Appreciate Power”).