Nostalgia for a certain future, Alberto López Corcuera

1 de febrero - 8 de marzo de 2025
jueves a viernes, 15h-19h y sábado, 11h-15h

Calle Mexicaltzingo 1343, Americana 44160 Guadalajara, Jal.

Nostalgia de un futuro certero

Cuando intentamos imaginar el declive de la civilización de Isla de Pascua, nos preguntamos: “¿Por qué no miraron a su alrededor, se dieron cuenta de lo que estaban haciendo y se detuvieron antes de que fuera demasiado tarde? ¿En qué estaban pensando cuando talaron la última palmera?”.

 Jared Diamond, Discover Magazine, agosto de 1995

Presenciar el fin del mundo en tiempo real, o parte de él, se ha convertido en una constante en nuestro día a día. Ser participe de esto, desde la comodidad del hogar, nos resulta totalmente normal, mientras añoramos el porvenir que alguna vez imaginamos.

Para el artista Alberto López Corcuera (Guadalajara, 1983), es natural asociar muchos de estos fenómenos al sector de la construcción, en gran parte por su práctica en paralelo como arquitecto. La obscena expansión de las ciudades, la explotación desmesurada de recursos naturales, entre otras catástrofes, se contraponen con la belleza plástica que la arquitectura muchas veces proponen. Es en esa dualidad donde encontramos gran parte del trabajo de Alberto.

Composiciones geométricas que hacen alusión al Neoplasticismo o a planos de arquitectura modernista —uno de los periodos más salvajes de crecimiento de la mancha urbana en el planeta— conviven armónicamente con aves en peligro de extinción; polines de obra unidos con placas de acero sirven también de soporte de otros ejemplares amenazados hechos en vidrio ahumado, material ampliamente utilizado en edificios.

Atestiguar la desaparición de una especie no es exclusivo del Antropoceno, antes del dramático conteo regresivo de ejemplares de vaquita marina, narrado por Leonardo DiCaprio, hubo muchos otros casos registrados por el hombre, como el tigre de Tazmania cuyo último ejemplar murió en 1936, o la extinción del dodo, esa ave no voladora que desapareció en el siglo XVII por culpa de su rica carne. Tampoco podemos atribuirle al periodo moderno todos los horrores derivados de la tala de arboles y crecimiento de las ciudades: Islandia antes de los vikingos era un fértil bosque, los mayas arrasaron con la selva para construir sus pirámides, los pascuences acabaron con su isla hace más de 4 siglos. Con un pasado así, resulta lógico que sintamos nostalgia por un futuro certero.

Enrique Giner de los Ríos

 

Nostalgia de un futuro certero

When we try to imagine the decline of civilization on Easter Island, we wonder: “Why didn’t they look around, realize what they were doing, and stop before it was too late? What were they thinking when they cut down the last palm tree?

Jared Diamond, Discover Magazine, August 1995

Witnessing the end of the world in real time, or part of it, has become a constant in our day to day. Being a part of this, from the comfort of home, is completely normal for us, while we yearn for the future that we once imagined.

For the artist Alberto López Corcuera (Guadalajara, 1983), it is natural to associate many of these phenomena with the construction sector, largely due to his parallel practice as an architect. The obscene expansion of cities, the excessive exploitation of natural resources, among other catastrophes, contrast with the plastic beauty that architecture often proposes. It is in this duality where we find much of Alberto’s work.

Geometric compositions that allude to Neoplasticism or modernist architecture plans —one of the wildest periods of growth of the urban sprawl on the planet— coexist harmoniously with endangered birds; masonry poles joined with steel plates also serve as support for other endangered specimens made of smoked glass, a material widely used in buildings.

Witnessing the disappearance of a species is not exclusive to the Anthropocene, before the dramatic regressive count of vaquita specimens, narrated by Leonardo DiCaprio, there were many other cases recorded by man, such as the Tasmanian tiger whose last specimen died in 1936, or the extinction of the dodo, that flightless bird that disappeared in the 17th century because of its rich meat. Nor can we attribute to the modern period all the horrors derived from the felling of trees and the growth of cities: Iceland before the Vikings was a fertile forest, the Mayans razed the jungle to build their pyramids, the Easterlings destroyed their island more than 4 centuries ago. With a past like this, it is logical that we feel nostalgic for a certain future.

Enrique Giner de los Ríos